Palacio de Potala|Símbolo de Lhasa y Patrimonio Mundial del Budismo Tibetano
Palacio de Potala|Símbolo espiritual del Tíbet y joya sagrada en el corazón de Lhasa
El Palacio de Potala, situado en el corazón de Lhasa, en el Tíbet, es mucho más que un monumento histórico. Es la encarnación de la fe y un símbolo eterno de espiritualidad. Como se dice comúnmente: «Si vas al Tíbet, debes rendir homenaje al Potala al menos una vez en la vida.» Durante siglos, ha sido considerado el epicentro del budismo tibetano, un destino sagrado que miles de peregrinos sueñan con visitar.
Erigido sobre la Colina Roja (Marpo Ri), a más de 3.700 metros de altitud, el Potala domina majestuosamente la ciudad de Lhasa y el altiplano tibetano, acompañado eternamente por la nieve y el silencio de las alturas. Su belleza sobrecogedora y arquitectura impresionante lo convierten en una de las construcciones más extraordinarias del mundo. Construido a lo largo de los años por hábiles artesanos, utilizando los materiales más valiosos y las técnicas más refinadas, el Potala representa la máxima expresión de lo sagrado, lo solemne y lo refinado en la cultura tibetana.
Históricamente, fue la residencia de invierno de los Dalái Lamas y el centro religioso y político del antiguo Tíbet, simbolizando la unión entre el poder espiritual y el temporal. Para el pueblo tibetano, el Potala es mucho más que un edificio: es un refugio del alma, un lugar profundamente arraigado en su identidad espiritual.
El Palacio de Potala combina elementos de palacio, fortaleza y monasterio, con una fachada dividida armónicamente en tres colores simbólicos: blanco (paz), rojo (autoridad espiritual) y negro (sabiduría y solemnidad). También se lo reconoce como el palacio antiguo más alto del mundo.
A pesar de haber soportado siglos de cambios y desafíos, el Potala permanece firme e imponente, como testimonio vivo de la fe, la resistencia y la cultura tibetana. Hoy en día es un Patrimonio Mundial de la UNESCO y sigue atrayendo a peregrinos y viajeros que buscan conectarse con la herencia espiritual y la grandeza de los Himalayas.
Palacio de Potala|Símbolo espiritual del Tíbet y joya sagrada en el corazón de Lhasa El Palacio de Potala, situado en el corazón de Lhasa, en el Tíbet, es mucho más que un monumento histórico. Es la encarnación de la fe y un símbolo eterno de espiritualidad. Como se dice comúnmente: «Si vas al Tíbet, debes rendir homenaje al Potala al menos una vez en la vida.» Durante siglos, ha sido considerado el epicentro del budismo tibetano, un destino sagrado que miles de peregrinos sueñan con visitar.
Erigido sobre la Colina Roja (Marpo Ri), a más de 3.700 metros de altitud, el Potala domina majestuosamente la ciudad de Lhasa y el altiplano tibetano, acompañado eternamente por la nieve y el silencio de las alturas. Su belleza sobrecogedora y arquitectura impresionante lo convierten en una de las construcciones más extraordinarias del mundo. Construido a lo largo de los años por hábiles artesanos, utilizando los materiales más valiosos y las técnicas más refinadas, el Potala representa la máxima expresión de lo sagrado, lo solemne y lo refinado en la cultura tibetana.
Históricamente, fue la residencia de invierno de los Dalái Lamas y el centro religioso y político del antiguo Tíbet, simbolizando la unión entre el poder espiritual y el temporal. Para el pueblo tibetano, el Potala es mucho más que un edificio: es un refugio del alma, un lugar profundamente arraigado en su identidad espiritual.
El Palacio de Potala combina elementos de palacio, fortaleza y monasterio, con una fachada dividida armónicamente en tres colores simbólicos: blanco (paz), rojo (autoridad espiritual) y negro (sabiduría y solemnidad). También se lo reconoce como el palacio antiguo más alto del mundo.
A pesar de haber soportado siglos de cambios y desafíos, el Potala permanece firme e imponente, como testimonio vivo de la fe, la resistencia y la cultura tibetana. Hoy en día es un Patrimonio Mundial de la UNESCO y sigue atrayendo a peregrinos y viajeros que buscan conectarse con la herencia espiritual y la grandeza de los Himalayas.
“Potala” es una transliteración del término sánscrito “Potalaka”, que significa la morada del Bodhisattva Avalokiteshvara (Guanyin). La creación de este palacio está estrechamente vinculada a la historia del Tíbet. En el siglo VII, el rey Songtsen Gampo del reino de Tubo mandó construir este santuario sagrado para recibir a la princesa Wencheng de la dinastía Tang de China. A lo largo del tiempo, el palacio sufrió múltiples destrucciones y reconstrucciones. La estructura actual del Palacio de Potala fue ampliada significativamente a mediados del siglo XVII bajo el gobierno del venerable Lozang Gyatso (el 5.º Dalái Lama), y posteriormente fue restaurada en varias ocasiones por sus sucesores.
El Palacio de Potala integra funciones de palacio, fortaleza y monasterio en una sola estructura, siendo el edificio monumental situado a mayor altitud del mundo. Construido en la ladera de la montaña, presenta un diseño entrelazado en blanco, rojo y negro, colores que simbolizan la armonía, el poder y la dignidad. A pesar de haber resistido mil años de viento y lluvia, sigue en pie con firmeza, como un testimonio eterno de la historia y la fe.
El Palacio de Potala se divide en dos secciones principales: el Palacio Rojo y el Palacio Blanco. Este último debe su nombre al color blanco de sus muros exteriores. La pintura blanca tradicional se elabora con una mezcla de cal, leche, miel, azúcar y azafrán, entre otros ingredientes naturales. Cada año, entre el día 25 del octavo mes y el 25 del noveno mes del calendario tibetano, los fieles y artesanos se reúnen para volver a pintar las paredes. Este ritual otorga a los muros una textura fluida, similar al movimiento de un glaciar, aportando una apariencia viva y única al palacio.
El Palacio Blanco mide aproximadamente 320 metros de este a oeste y unos 200 metros de norte a sur. Desde la Estela sin Inscripción, ubicada al pie de la colina, se asciende por un sendero en zigzag hasta llegar a la puerta este del Palacio Blanco, orientada hacia el oeste. En las paredes laterales del pórtico están pintados los Cuatro Reyes Celestiales. Al subir por la escalera de piedra, se pueden observar los gruesos muros del palacio, de varios metros de espesor.
El salón principal del Palacio Blanco, orientado al sur, se llama en tibetano Tsokchen Shak, que significa “Gran Salón de Reunión Oriental”. Este salón es el principal escenario para las ceremonias más importantes. Tras establecer el gobierno de Ganden Phodrang en el Monasterio Drepung, el 5.º Dalái Lama ordenó a Desi Sangye Gyatso la reconstrucción del Palacio de Potala. El salón se completó en 1645, tres años después del inicio de las obras.
En 1653, el emperador Shunzhi de la dinastía Qing otorgó al 5.º Dalái Lama un sello de oro y un documento imperial. Desde entonces, todos los Dalái Lamas debían recibir el reconocimiento oficial del gobierno central. Las ceremonias de entronización y toma de poder, organizadas por el comisionado imperial en el Tíbet, se realizaban en este gran salón oriental.
La planta superior del Palacio Blanco alberga los Salones de la Luz del Sol Este y Oeste. Estas salas reciben su nombre por las grandes ventanas orientadas al sur, que permiten que la luz solar bañe sus interiores durante todo el día.
Los Salones de la Luz del Sol eran los espacios donde los Dalái Lamas residían y realizaban sus actividades cotidianas. Allí se encontraban la sala de audiencias para asuntos religiosos y políticos, una sala para retiros y prácticas espirituales, un templo dedicado a las deidades protectoras y sus dormitorios personales.
Entre ambos salones se ubicaba una institución llamada “Zika”, encargada de transmitir las órdenes e instrucciones de los Dalái Lamas a lo largo de la historia.
El Palacio de Potala es una obra monumental que representa la cúspide de la arquitectura tibetana. No solo refleja el ingenio arquitectónico del pueblo tibetano, sino también los logros culturales, artísticos y religiosos de los pueblos tibetano, han, mongol, entre otros.
Es un pilar fundamental en el desarrollo del budismo tibetano y un testimonio histórico de los intercambios y la integración cultural entre los diversos grupos étnicos que conforman la nación china.
El palacio ha enriquecido los estilos y estructuras de la arquitectura china antigua, llenando un vacío histórico en cuanto a grandes edificaciones de piedra. En la historia de la arquitectura mundial, destaca como un complejo fortificado único que integra funciones de palacio, capillas-relicario, templos budistas, oficinas administrativas, escuelas monásticas y residencias para monjes.
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