Lago Rakshastal (Lago Fantasma)

Lago Rakshastal (Lago Fantasma): el lado oculto del Tíbet occidental
El nombre “Lago Fantasma” deja una impresión inolvidable. En tibetano, Rakshastal significa “lago negro y venenoso”, un nombre que encierra un aura de misterio y espiritualidad. Según la cosmovisión tibetana tradicional, tanto las montañas como los lagos sagrados están habitados por espíritus y energías sobrenaturales.

Junto al sagrado y sereno Lago Manasarovar, el Rakshastal representa su contrapartida oscura. Originalmente formaban un solo cuerpo de agua, pero con el tiempo, debido a cambios climáticos y movimientos geológicos, se separaron. Hoy, aunque comparten el mismo cielo y clima, sus características son totalmente opuestas.

El Manasarovar es un lago de agua dulce, clara y dulce al gusto, símbolo de pureza y vida. En cambio, el Rakshastal es un lago salado, de aguas amargas, sin casi flora ni fauna, lo que le ha valido el apodo de “lago de los demonios”. Uno es considerado el “lago de los ángeles”; el otro, el “lago de los fantasmas”.

Este contraste dramático refleja la dualidad entre luz y oscuridad, cielo y infierno, que está profundamente arraigada en la espiritualidad tibetana y convierte a Rakshastal en un lugar de reflexión, respeto… y misterio.

El Lago La’angco, también conocido como el “Lago Fantasma”, se encuentra en el condado de Purang, en la región de Ngari, Tíbet, a una altitud de 4.574 metros. En tibetano, su nombre significa “lago negro venenoso”. Aunque se sitúa junto al sagrado lago de agua dulce Manasarovar, el La’angco es un lago ligeramente salado, y sus aguas no son aptas para el consumo humano ni animal. Esta peculiaridad ha dado lugar a su apodo inquietante. Considerado uno de los lagos más enigmáticos del Tíbet, atrae a viajeros que buscan explorar maravillas ocultas del altiplano tibetano.

Para llegar al Lago Fantasma (La’angco), gira a la izquierda en la bifurcación antes del pueblo de Darchen, donde hay señales que indican la dirección hacia el condado de Purang. En el camino, se pasa por el sagrado lago Manasarovar antes de alcanzar el lago La’angco. Este lugar también es un mirador privilegiado para observar el Monte Kailash y el Monte Naimona’nyi. Alrededor del lago no hay vegetación ni animales, todo está en silencio absoluto. Sin embargo, sus aguas azul oscuro transmiten una belleza fría, solemne y poderosa, como un diamante inalterable en medio del altiplano tibetano.

Conocida como el “Techo del Mundo”, esta tierra no solo posee una profunda riqueza cultural, sino también paisajes naturales únicos que atraen a viajeros de todo el planeta. Entre los muchos destinos turísticos del Tíbet, la región de Ali destaca por su geografía imponente y sus paisajes culturales llenos de misterio, convirtiéndose en un lugar sagrado para exploradores. En otoño, la temporada de cosecha, la belleza de Ali alcanza su punto máximo, siendo considerada la joya del turismo tibetano.

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